jueves, 28 de febrero de 2013

Tipo de ejercicio: Los profesionales autónomos ante la liberalización (LSP)

La situación de los trabajadores autónomos es uno de los temas esenciales a la hora de acercarse a la realidad económica del país. En España hay cerca de 3 millones de autónomos, sin embargo, desde el año 2008 se han dado de baja más de 380.000 personas del RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos). Además, sólo en el año 2012 se perdieron otros 47.000 empleos de este tipo. Dicho esto, y más allá de las últimas reformas, la retención del IRPF aún se mantendrá en 2013 en el 21% y en 2014 en el 19%; por otro lado, la fuerte restricción del crédito aún se sostendrá en el tiempo, y en el horizonte se vislumbra una liberalización de servicios profesionales confusa. ¿Qué supondría esta liberalización para los profesionales autónomos?, ¿qué tendencias son esperables en dicho escenario?, ¿qué sucedería con la necesaria calidad de los servicios profesionales?
 
Para simplificar y sintetizar el análisis, clasificaremos los gastos que realizan los profesionales que operan por cuenta propia en tres grandes partidas
1) Implementación de medios y recursos en los servicios profesionales que presta
2) Seguro de responsabilidad civil profesional y otros gastos burocráticos y fiscales 
3) Publicidad y Marketing profesional
Si ahora introducimos en el escenario una liberalización de servicios profesionales, ¿cómo afectaría a los profesionales autónomos? Recordemos, en primer lugar, el concepto ‘credence good’, es decir, un bien basado en la confianza, definición aplicada en literatura económica a los servicios profesionales y, que se caracteriza por la imposibilidad del cliente o paciente para examinar o escudriñar la calidad del servicio que está obteniendo tanto ex-ante y durante la prestación del servicio como ex-post. Por tanto, en un marco regulador donde los colegios profesionales no tuvieran la capacidad de realizar el control independiente del ejercicio profesional se fomentarían dos posibles tendencias
- Mayor porcentaje de gastos en publicidad por parte del profesional
En un mercado ya de por sí castigado, donde los márgenes son cada vez más reducidos y la principal preocupación pasa por no quebrar y salir del mercado, ¿qué resortes de información existirían en el mercado, oficiales y de garantía sobre los profesionales que operaran en él? ¿un mero registro de profesionales sería suficiente?. Ante esta situación, una de las tendencias más plausibles sería una mayor proporción de gasto por parte del profesional autónomo en publicidad y marketing profesional, y es que ante el papel más reducido de los colegios profesionales en torno al suministro y control de la información sobre los profesionales en el sector, una de las principales vías de información para los ciudadanos sería la publicidad profesional
- Mayor porcentaje de gasto en seguro de responsabilidad civil profesional 
Precisamente, derivado de la merma del papel que tendrían los colegios profesionales respecto a ser surtidor de información y ejercer el control independiente del ejercicio profesional surgiría esta segunda tendencia. ¿Cuál sería la percepción en las compañías de seguro si los colegios profesionales ya no ejercieran control sobre los profesionales de manera tan directa? Evidentemente, más negativa, y el índice de siniestralidad tendería al alza, con lo cual, los profesionales se enfrentarían a un incremento de las primas de seguro que se sumarían a las mayores retenciones anunciadas antes.
  • Consecuencia: Menor porcentaje de gasto en implementación de medios y recursos (calidad) en el servicio profesional que obtendríamos los clientes y pacientes. Finalmente, debido al incremento que sufrirían las dos partidas de gasto mencionadas anteriormente se derivaría la reducción paulatina de la calidad incorporada en los servicios profesionales. ¿Por qué un profesional iba a destinar más dinero en aportar calidad al servicio, si los clientes y pacientes no pueden detectarlo (credence good) y no existe ningún órgano que verifique y realice ese control? ¿Realmente queremos avanzar hacia este modelo de liberalización donde prime el beneficio mercantil por encima de la necesaria calidad y atención a los ciudadanos?

martes, 19 de febrero de 2013

¿Zona de libre comercio EEUU-Europa?: Riesgo para los Servicios Profesionales

Uno de los temas que estos días pasan relativamente desapercibidos en medio de las noticias sobre desmanes políticos o la mala evolución económica de nuestro país es la decisión que han tomado EEUU y la Unión Europea (UE) sobre el comienzo de las negociaciones para llevar a cabo una zona común de libre comercio. Un acuerdo que estaría listo en menos de dos años con resultados prometedores según los primeros anuncios. Sin embargo, los servicios profesionales estarían incluidos dentro de esta negociación sobre liberalización comercial… ¿Qué supondría este acuerdo?, ¿cómo afectaría a los servicios profesionales?, ¿Este tratado podría ser el Caballo de Troya de la verdadera liberalización profesional?

  • ¿Cuáles son las líneas principales del acuerdo? 
Homogeneizar los estándares y requisitos para comercializar bienes y servicios es el factor clave. De esta forma se eliminarían aranceles y se abrirían los mercados a la inversión y los servicios tanto en EEUU como en la UE. Y, es precisamente, en los servicios donde se quiere hacer hincapié, ya que la intención es abrir este sector, como mínimo, tanto como en otros acuerdos comerciales de perfil similar. Estas fueron algunas de las líneas que se avanzaron en el comunicado conjunto que emitieron Barack Obama, presidente de EEUU, José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea y Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.
  • ¿Qué ocurriría con el sector de los servicios profesionales ante este acuerdo? 
Según el economista Arcadi Oliveres, experto en comercio internacional, no existen elementos positivos al respecto de este tratado. Así, afirmaba hace unos días que «entre EEUU y Europa hay semejanzas económicas pero también hay diferencias, y EEUU tiene una posición dominante en algunas áreas, como servicios profesionales e inversión extranjera. Las empresas norteamericanas suelen invertir más en Europa que al revés.» Por otro lado, merece especial atención uno de los últimos Tratados de Libre Comercio (TLC) realizados, en este caso, entre EEUU y Colombia, el cual está en vigor desde mayo de 2012. En cuanto a las supuestos efectos positivos que describió, como ejemplo, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de Colombia destacó que los servicios profesionales prestados en ingeniería, arquitectura, contabilidad y otras disciplinas disfrutarían de la ventaja de que el profesional, ya fuera estadounidense o colombiano, no tendría la obligación de estar presente en el país para la prestación del servicio. Así, fórmulas como la telemedicina, los call centers u otros servicios se verían beneficiadas y expandidas. Esta mecánica, que no tendría porque ser la misma en todos los acuerdos de libre comercio, sí apunta a un marco de actuación común en cuanto al diseño de estos tratados comerciales. 

En este sentido, como sabemos, en EEUU el modelo de ejercicio de las profesiones se articula mediante licencias profesionales como es la United States Medical Licensing Examination (USMLE) para los médicos, o la Architect Registration Examination (ARE) para los arquitectos. Además, de forma general, las profesiones son de adscripción voluntaria como es el caso, por ejemplo, de los abogados. Por tanto, ¿qué podría ocurrir si los estándares regulatorios para ejercer las profesiones se armonizaran a ambos lados del atlántico bajo un marco liberal de comercio? 

La respuesta parece indicar que los requisitos para ejercer una profesión, como son el control deontológico ex-ante y durante el ejercicio profesional, más característicos del modelo europeo, podrían aligerarse dando lugar a la prestación de servicios más automatizados y despersonalizados por no hablar de la merma en la necesaria calidad disfrazada de mayor competencia y precios bajos que sólo perjudicarían a los clientes y pacientes en ambas zonas geográficas. Si este es el modelo servicios profesionales que va a imponerse, en donde la productividad sólo se mida en términos de más clientes y pacientes atendidos sin la calidad indispensable que merecen como ciudadanos y con menos controles efectivos sobre los profesionales, es evidente que surgirá otro verdadero problema, esta vez de dimensión supranacional que afecta de nuevo a todos los agentes sociales.

viernes, 15 de febrero de 2013

El arte de vivir del dinero ajeno

En los tiempos que corren, cargados de tribulaciones, preocupaciones, prisas, etc. que son inherentes a nuestra actividad cotidiana gracias, entre otras cosas, a la sempiterna crisis económica, ¿quién no se ha planteado decir «basta» durante unos días? Eso es, precisamente, lo que le ocurre al protagonista del libro que tengo a bien comentaros brevemente en esta entrada, El arte de vivir del dinero ajeno. Un abogado, con una vida aséptica en lo emocional y rutinaria en lo profesional que, de repente, busca despertar fuera de ese día de la marmota y parar a reflexionar, recargar energías y quién sabe si descubrir algo más… 
El destino del protagonista le encamina hacia un lugar retirado de la ciudad, un pueblo que ofrece una pensión de descanso rodeado de un paraje bucólico donde se puede respirar aire limpio. Allí, junto con una serie de personajes pintorescos y contrapuestos comienza un viaje iniciático donde el recorrido introspectivo le llevará por senderos que días atrás ni se hubiera planteado. De esta forma, el autor, Ivan Cosos, nos propone un agudo ensayo económico novelado con una narrativa amena que articula a través de las vivencias que experimenta el personaje principal, Ricardo. Las circunstancias que motivan al abogado a descubrir más sobre el mundo que nos rodea forman parte de la novela; Las enseñanzas que se extraen, numerosas, entroncan con la actualidad y son relatadas con naturalidad y revelación. ¿Sabemos exactamente cuál es la diferencia entre especular e invertir?, ¿Tenemos suficientemente en cuenta el peso de la imponderable, en muchas ocasiones, acción humana sobre la economía?, ¿Qué es el dinero-tiempo?... 

Estas, son solo algunas de las preguntas y reflexiones que se desarrollan en el libro y que se entrelazan de forma armoniosa con las peripecias de los personajes, los cuales, no dejan indiferentes… . Por tanto, la lectura nos brinda un doble interés, por un lado, nos entretiene con el desarrollo de la historia y, por otro, hace gala de un carácter didáctico con una sencillez que te captura desde el inicio.

martes, 12 de febrero de 2013

¿Cómo se mide la productividad en los servicios profesionales?

Cuando hace poco más de un mes supimos de la existencia del supuesto borrador en diapositivas del anteproyecto de ley de servicios profesionales, fueron varios asuntos los que llamaron la atención. Entre ellos, los beneficios potenciales que conllevaría esta nueva ley. Así, se desprendía que se produciría un fomento del empleo y mejora de la productividad pero…¿qué entendemos por mejora de productividad en los servicios profesionales?, ¿cuáles son los parámetros utilizados? y, sobre todo ¿por qué tendría que mejorar o aumentar esta productividad con una liberalización?

Como ejemplo, la productividad mide la cantidad de tornillos que es capaz de producir un factor de producción —máquina o trabajador— en un periodo de tiempo determinado. Una forma que encaja a la perfección con los productos manufacturados en la medida en que son tangibles y que es esencial en términos económicos para evaluar procesos de producción. Sin embargo, ¿cómo medimos la productividad de los servicios?

Los economistas McClaughlin y Coffey, en 1990, apuntaron que las dificultades de medir la productividad en los servicios se derivan de:
1) La complejidad de los factores productivos: por ejemplo, medios y recursos utilizados
2) El grado de personalización: el consumidor precisa atención especial lejos de estandarizaciones
3) El nivel de agregación: ¿medimos a un profesional, un departamento, una empresa...?
Dentro de los servicios profesionales podemos aplicar como fórmula de productividad aquella que mide el número de casos atendidos por un profesional en un determinado periodo de tiempo.
Por ejemplo, si la liberalización se produjera, y tal como se deduce, nosotros como consumidores fuéramos de repente al abogado sólo porque sus servicios llegaran a ser más baratos, ¿Que sucedería con la productividad? Lo cierto es que aumentaría, ya que el abogado atendería más casos de clientes, suponiendo eso sí, el mismo tiempo dedicado a cada cliente. ¿Pero aplicaría el mismo nivel de calidad?

En este sentido, si entendemos la productividad como la relación entre el número de casos atendidos por un profesional y la cantidad de medios y recursos que utiliza, podemos caer en la trampa del anuncio de una productividad creciente y ‘beneficiosa’.  Ya que la lógica que habría detrás sería una reducción de los medios y recursos que utiliza un profesional cuando presta un servicio junto con prácticamente el mismo número de casos atendidos. Una situación nada desdeñable en un posible escenario liberalizador en donde la calidad aportada por cada profesional en el servicio se vería mermada al no estar tan presentes los colegios profesionales como órganos de control deontológico para generar confianza y credibilidad en los clientes y pacientes sobre la calidad de los profesionales.

Así, en los servicios sanitarios, en donde la medición de la productividad es más espinosa, están surgiendo preguntas tales como: ¿es deseable que un médico atienda a un determinado número de pacientes con la necesaria dedicación en pruebas, medicamentos, etc. ? o, ¿qué atienda más pacientes sin la necesaria atención? La respuesta, la podemos encontrar en las últimas noticias sobre esta área en concreto, en donde se estudia premiar de forma salarial a áquellos profesionales sanitarios que ahorren en pruebas, medicinas y hospitalizaciones. Un hecho extrapolable a lo que podría ocurrir con colectivos como arquitectos o ingenieros, etc. La espiral de generar incentivos en los profesionales a través de la menor utilización de menos medios y recursos necesarios parece preocupante. ¿Dónde estará el límite de reducción de recursos si los colegios no pueden controlar y amparar al profesional? ¿Queremos que la productividad crezca así?

miércoles, 6 de febrero de 2013

Seguro RC profesional (Parte 2): Oportunidad para los colegios profesionales y las aseguradoras

El fomento del sector asegurador se encuentra muy asociado al desarrollo económico de un país. Su repercusión a nivel de empleo y como garante, a posteriori, del despliegue de muchas actividades económicas es patente e ineludible. En España, los seguros (solo en volumen de primas) suponen alrededor del 5% del PIB. Dentro de este porcentaje, se encuentra el ramo de no vida, donde se sitúan los seguros de responsabilidad civil profesional, que en el año 2011, según datos de Marsh, alcanzaron los 535 millones de euros en el montante de primas. Es decir, un tercio del total de la responsabilidad civil (RC).

Como es conocido, el mecanismo del seguro se basa en transferir parte del potencial riesgo que tiene, en este caso, el profesional en su actividad, destinando una porción de su renta ante imprevistos, lo que le permite operar con mayor seguridad y agilidad de cara a los clientes y pacientes. En este sentido, esta entrada se centra precisamente en el proceso de aseguramiento y en los posibles desajustes que se pueden producir cuando el profesional suscribe una póliza de RC profesional. Así, la teoría económica vuelve a describir alteraciones en el engranaje entre el profesional asegurado y la compañía cuando se firma el contrato. Un situación que se produce con mayor intensidad debido a que en muchas profesiones el seguro de responsabilidad civil no es obligatorio y puede dar lugar a que la percepción de muchos profesionales tienda a infrademandar aseguramiento o, inclusive por otras motivaciones, a sobredemandarlo.

Dentro de la infrademanda, o minusvaloración de estar asegurado que puede acusar el profesional, hay que distinguir dos sesgos:
- Sesgo de descuento excesivo: determinado por una preferencia demasiado elevada del profesional por tener dinero o liquidez presente frente a potenciales contingencias futuras.
- Sesgo de optimismo excesivo: definido por un comportamiento desmedido de confianza del profesional fundamentado en que no le podrían suceder circunstancias negativas en su ejercicio.
Por otro lado, dentro de la sobremanda o sobrevaloración de susbcribir un seguro también se identifican dos sesgos recogidos de forma pragmática:
- Sesgo de superstición: responde a una posible conducta del profesional explicada por la propensión a estar asegurado, creyendo así, por ejemplo, que un posible accidente en su ejercicio no sucederá.
- Sesgo de seguimiento: se sustenta en la inercia en la toma de decisiones de manera similar entre los profesionales de algún tipo de actividad o, por ejemplo, por falta de un conocimiento más profundo del profesional del ejercicio a realizar.

Este tipo de sesgos que hemos enunciado, vuelven a corresponder con el clásico problema de la asimetría de información tan explícita en los seguros. Por tanto, se corrobora una vez más de forma intensa la necesidad de establecer un vínculo de colaboración más estrecho entre las entidades aseguradoras y los colegios profesionales a fin de perfeccionar el modelo asegurador.

El sector de los seguros se encuentra ante un momento crucial de cambio y, particularmente, la inminente ley de servicios profesionales supone un reto de adaptación junto con los colegios. En este proceso de cambio, Joaquina San Martín Beloqui, directora de Capgemini Consulting, afirmó recientemente en el diario Cinco Días, que la evolución de las aseguradoras debe dar lugar a que los clientes reciban productos, servicios y comunicaciones diseñados a su medida, relevantes. Además, apuntó que los servicios prestados atenderán a criterios de segmentación y de un conocimiento de los perfiles más preciso. 

Por tanto, para llevar a cabo la evolución del aseguramiento profesional, los colegios podrían establecer junto con las aseguradoras una labor de asesoría y conocimiento más específico de las particularidades de cada profesional con el objetivo de guiarle en la decisión de su óptimo aseguramiento, siempre dentro del marco de solidaridad y universalidad. Una labor que complementaría la esencial función de control deontológico independiente que realizan los colegios profesionales.